De los cerca de 400 mil infectados que se estima que hay en Argentina, 6 ó 7 de cada 10 no saben que lo están. Recomiendan realizarse el test para hepatitis C al menos una vez en la vida.
Hepatólogos y gastroenterólogos alertaron sobre nuevos casos de hepatitis A y B, al tiempo que reconocieron que quizás sean condiciones algo “desatendidas”, ya que no se lograron las tasas de vacunación necesarias y se han ‘relajado’ las campañas masivas de concientización.
En el marco del Día Mundial de la Salud Digestiva, que este año se centra en las hepatitis virales, la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) y la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) se reunieron para concientizar sobre este problema de salud pública.
“Las hepatitis virales son una verdadera preocupación a nivel internacional. Por eso, este año la Organización Mundial de Gastroenterología las eligió como tema central para nuestro Día Mundial de la Salud Digestiva, que es una oportunidad inmejorable para concientizar”, refirió el gastroenterólogo Ubaldo Gualdrini, actual presidente de la SAGE.
El caso de la hepatitis C es paradigmático y se viene hablando mucho al respecto en los últimos años ya que pocas veces en la historia de la humanidad se contó con la posibilidad de eliminar una enfermedad así de grave y prevalente.
Cualquiera pudo haber estado expuesto al virus sin sospecharlo porque se contagia fundamentalmente por el contacto con sangre contaminada o con instrumental médico, odontológico o cosmético que estuviera en contacto con el virus y fuera mal esterilizado.
“Se ha identificado que las personas nacidas entre 1945 y 1975 tienen mayor prevalencia de infección por virus C. Se recomienda que todas las personas se realicen el test para hepatitis C al menos una vez en la vida”, señaló Nora Fernández, médica hepatóloga, miembro de SAGE y de la AAEEH.
De los cerca de 400 mil infectados que se estima que hay en Argentina, 6 ó 7 de cada 10 no saben que lo están.
Por su parte, Ezequiel Ridruejo, expresidente de la AAEEH, subrayó que la actualización 2018 de las guías de tratamiento, “ya incluye contemplar ahora a los individuos con manifestaciones leves, con estadios de fibrosis hepática leve a moderada, y que el objetivo es tratar a todos los pacientes portadores del virus C, independientemente del estadio de la fibrosis hepática que presenten”.
“Respecto de la hepatitis B, en la Argentina, el 45% de los casos de hepatitis fulminante y que requieren trasplante hepático son por este virus. No contamos con datos poblacionales, pero se estima que hay unas 150 mil personas que portan el virus y 3 de cada 10 requerirán trasplante de hígado si no se las detecta y trata a tiempo”, indicó.
El médico manifestó que “es grave, pero lo que sorprende es estar viendo nuevos casos de una enfermedad evitable a través de vacunas y medidas sencillas de prevención”.
Desde 2012, la vacuna está disponible de forma gratuita para toda la población en los vacunatorios de todo el país, aunque las tasas de vacunación son subóptimas.
“Quienes no tengan claro si se dieron las tres dosis indicadas, pueden realizarse un sencillo análisis que mide la presencia de anticuerpos y así sacarse la duda. Vacunados no contraemos el virus y no lo contagiamos. Es una responsabilidad de todos cumplir con el calendario de vacunación obligatorio”, remarcó Ridruejo.
Las vías de contagio son muy concretas y similares a las del VIH.
Es posible que dos factores hayan influido en los nuevos casos de hepatitis B: “por un lado, la mejora de los tratamientos contra el VIH, que lograron cronificar una enfermedad que había sido muy difícil de tratar décadas atrás. Por otro lado, se hicieron más esporádicas las campañas masivas de concientización, entonces como sociedad nos hemos relajado y si no se toman medidas para prevenir el VIH, tampoco se está previniendo la hepatitis B”, sostuvo Beatriz Ameigeiras, médica hepatóloga, presidente de la AAEEH.
Los principales factores de riesgo para contraer hepatitis B son tener madre y hermanos VHB-positivos, uso inadecuado de procedimientos médicos, comportamiento sexual de riesgo, uso de drogas inyectables, hemodiálisis, transfusiones sin el control adecuado (actualmente, es obligatoria su detección), piercings y tatuajes sin la esterilización necesaria, y ser VIH-positivo, entre otros.
“Es necesario agotar todas las oportunidades como esta que se nos presenta, para difundir la magnitud del problema que representan las hepatitis virales tanto para las personas afectadas como para el sistema de salud, y para educar acerca de las medidas de prevención, las oportunidades de diagnóstico y las posibilidades de curación”, puntualizó Fernández.
Hepatitis A en edad escolar
La Argentina fue modelo en la implementación de un programa de vacunación contra la hepatitis A con una sola dosis, que luego fue replicado a nivel internacional, aunque en la actualidad existen nuevos casos de hepatitis A en edad escolar, según reportó Guillermo Tsartiksian, Jefe de Hepatología del Hospital ‘Cosme Argerich’.
“Eramos un ejemplo en la lucha contra este virus, que además representaba la primera causa de trasplante hepático en edad pediátrica, pero habíamos logrado que desapareciera. Seguramente, también por tasas de vacunación por debajo de las deseables, estamos volviendo a ver casos”, explicó el Dra. Ameigeiras.
Los síntomas de la hepatitis A pueden ser fiebre, malestar general, falta de apetito, náuseas, dolor abdominal, color amarillo de la piel y mucosas, e hígado agrandado.
“No deberíamos estar frente a este retroceso, pero nos da la pauta de que las campañas de concientización deben ser constantes, tanto en lo que respecta a prevención a través de vacunación, como con medidas concretas que debe tomar cada persona para evitar un contagio. Ciertamente, el daño que pueden ocasionar estas enfermedades es severo, pero contamos con armas muy contundentes para evitarlo”, remarcaron desde la SAGE.
Fernandez señaló que esto debe representarnos como sociedad “una alarma respecto del cumplimiento de las recomendaciones de vacunación y a la probable falla en el conocimiento o en la aplicación de las medidas de prevención de estas infecciones tales como el lavado de manos o las relaciones sexuales protegidas”.